jueves, 5 de enero de 2012

SOBRE LA CAPACIDAD METARREPRESENTACIONAL Por Liliana Chaves Castaño.

La metarrepresentación es un mecanismo cognitivo cuya función principal se centra en la capacidad que tienen los sujetos “normales” de pensar o de imaginar el estado mental de otro individuo. Para que la metarrepresentación surja Leslie, citada por Frith (1993), identifica los prerrequisitos evolutivos que se manifiestan en los primeros años y que dan lugar a su desarrollo, éstos son:
  • En primer lugar deben desarrollarse lo que se ha denominado las capacidades de atención conjunta o compartida; cuyas primeras manifestaciones se dan al final del primer año en el niño y que consisten fundamentalmente en señalar algo con el objeto de compartir su interés con otra persona. Esto supone en el niño la capacidad de considerar al otro como un sujeto, con un mundo interno, que puede ser compartido, es decir, el niño ha desarrollado, lo que se ha denominado intersubjetividad secundaria. Visto desde un plano teórico, las manifestaciones de la atención conjunta constituyen la expresión de la intersubjetividad secundaria.
  • Posteriormente, en el segundo año de vida, los niños comienzan a desarrollar sus capacidades de juego de ficción, que suponen la capacidad para ocuparse en fantasías y simular en el juego. Los juegos de ficción implican una especie de “desdoblamiento de las representaciones”, lo que sucede es que van configurando un mundo de representaciones ficticias, donde se distorsionan deliberadamente las relaciones de referencia, verdad y existencia que tienen con respecto a la realidad las representaciones verídicas de las cosas.
El acto de simular, que es precisamente lo que define al juego de ficción, debe entenderse como la computación de una relación de tres términos: la situación real, la situación imaginaria y el agente que realiza la simulación. La situación imaginaria no recibe el mismo tratamiento que la situación real. La creencia puede asimilarse a la simulación. En conclusión, los juegos de ficción que comienzan a aparecer en el niño a temprana edad, dependen cognitivamente de la misma forma especializada de representación mental que se da en la enunciación de estados mentales, y se refiere a las representaciones de segundo orden o también llamadas metarrepresentaciones, que implican un “desdoblamiento” de las representaciones primarias y permiten la constitución de un mundo simbólico y al mismo tiempo, la atribución simbólica de estados mentales a otros.

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